viernes, 7 de diciembre de 2007

Quiebre de un aparente eterno respledor

En las primeras décadas el siglo XX, la Argentina figuraba en un puesto destacado entre las naciones más promisorias del mundo. La economía crecía a ritmo sostenido, se incorporaban capitales que construían la red de transportes que uniría al país, afluían masivamente los inmigrantes que contribuyeron a poblarlo y a su puesta en explotación, la educación se extendía, reduciéndose drásticamente el analfabetismo. Es decir, las perspectivas en el largo plazo eran favorables.

Si en aquel momento alguien hubiese afirmado que hacia finales del siglo XX la situación iba a ser la inversa, nadie lo hubiera aceptado.

Sin embargo, los resultados durante la segunda mitad del siglo XX fueron decepcionantes. El crecimiento se detuvo, empezó un dramático proceso de reversión, y las perspectivas en el mediano y largo plazo, que venían siendo malas, se derrumbaron. La combinación de esas circunstancias se manifestó en una inflación persistente y cada vez más alta, una deuda pública creciente, un Estado sobredimensionado y a menudo inútil, un sistema financiero endeble, una baja competitividad reflejada en una menor participación en el comercio mundial. Cortos procesos expansivos –salvo en los años sesenta– fueron seguidos por crisis y devaluaciones que afectaron reiteradamente a los sectores de menores ingresos.




Dentro del rango de los paises desarrollados, Argentina en un principio estubo siempre dentro de los niveles mas altos, numero 13 o 15 aproximadamente.Actualmente se encuentra cerca del lugar 150 de la lista.


Basicamente es la historia de la economía Argentina, su cambio drástico dentro del tiempo, hace que los estandares de pobreza hallan incrementado.





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